El poeta y
místico nicaragüense Ernesto Cardenal (1925) acaba de ser declarado ganador del
premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía 2012, como reconocimiento al
conjunto de su obra poética. Sea esta oportunidad una buena ocasión para
acercarnos al conocimiento de su escritura y a su quehacer de místico comprometido con su entorno social.
Conocedor de primera mano de las tendencias poéticas de
los vates estadounidenses ya que además de leerlos realizó traducciones al
español de algunos de ellos, reconoce la influencia de poetas tales como Walt Whitman de quien recibió la visión del
trascendentalismo, y el ejemplo de la necesaria compenetración de las vivencias
del poeta con la historia de su país. Cántico
Cósmico es un ejemplo de ese
trascendentalismo. También siguió de cerca los pasos de la Generación Beat de los años
cincuenta y a Allen Ginberg, impulsores de la <<Contracultura>> y
el interés por la cultura oriental. Recibió influencia de T.S. Elliot (Tierra Baldía) y especialmente
de Ezra Pound. De este último toma la
idea postmoderna en el sentido de que: “En el poema todo cabe”; así como la
técnica del Ideograma chino con la superposición de imágenes reveladoras y
sugerentes.
A
propósito, en 1957 el joven bardo se internó en la Abadía trapense de Kentucky
donde dio los primeros pasos en la búsqueda del camino de la soledad, el
silencio y la meditación, bajo la orientación de Thomas Merton. Es necesario
para poder valorar la poética de Cardenal, hacer referencia al sentido de sus
experiencias místicas, vitales y de compromiso con su entorno nacional. En 1959
se retira al Monasterio benedictino de
Cuernavaca (Méjico) y luego viaja al seminario de La Ceja, Antioquia, Colombia.
Se ordenará sacerdote—más tarde—en Managua en 1965. Seguidamente se dirige al
deshabitado archipiélago de las islas de Solentiname
en Nicaragua en donde funda una comunidad casi monástica con los campesinos e
indígenas de la región. De los apuntes de sus vivencias de ese retiro publicará
el libro: “El evangelio de Solentiname”
(1975). En esta como en la mayoría de sus obras (tanto en verso como en prosa)
encontraremos la idea fundamental de su escritura que nos refleja la tensión
entre su fe cristiana y la expresión de
sus Raíces dentro de un contexto inaplazable de transformación social.
Sergio Ramírez,
escritor nicaragüense, quien junto con Cardenal y Gioconda Belli fundaran en
1995 el Movimiento Renovador Sandinista como crítica al sandinismo actual,
publicó una crónica sobre la experiencia de Solentiname
en la cual aparece también como protagonista el grande de la literatura
latinoamericana Julio Cortázar. En uno
de sus apartes escribe Ramírez:
“Mi
primer encuentro con Julio Cortázar ocurrió en San José de Costa Rica en 1976.
Llegaba a dictar unas conferencias. Ernesto y yo le invitamos a visitar
Solentiname donde él tenía su comunidad religiosa (…) Al día siguiente, Ernesto
celebró como cada domingo una misa dialogada a la cual acudían los campesinos
que llegaban en bote de todo el archipiélago (…). Cuando Ernesto lee el pasaje
de las treinta monedas que recibe Judas por entregar a Jesús, Cortázar
comenta:[el evangelista estaría usando una metáfora; como también nosotros la
usamos cuando alguien se vende al enemigo…]. Luego de que doña Olivia, una
campesina, dice que la sangre es el dinero de los pobres, Ernesto agrega que
Somoza es dueño de una compañía llamada Plasmaferesis S.A. que compra la sangre
a los menesterosos para luego vender
el plasma en el extranjero y que al año
le quedan unos cuantos millones de ganancia. [De ganancia líquida—comenta Cortázar
desde su banca— es un negocio vampiresco]”. En todo caso, el libro recoge
muchos matices de todo ese diálogo generado desde los evangelios que deviene,
ahora, como un ejemplo de la concientización llevada a cabo por los seguidores
de la corriente renovadora de la llamada Teología de la Liberación.
Cardenal atraviesa en el desarrollo de su creación poética
por varias etapas caracterizadas por el común denominador de la Poética Exteriorista.
De su primera época el énfasis se da en los poemas amorosos. Luego vendrá la
fusión con los poemas críticos, sarcásticos y de corte social en contra de la
tiranía; enseguida, el abrazo total con la poesía mística y finalmente la
poesía cósmica y telúrica, grandiosa y de pretensiones filosóficas universales.
El propio
poeta ha calificado su poesía como ‘Exteriorista”,
no obstante, no se refiere simplemente a exterior entendido como superficial, intrascendente
o desprovisto de subjetividad. Implica una opción precisamente de la subjetividad
la cual decide salir de sí, entregarse y olvidarse, para expresar el mundo
circundante y ayudar a transformarlo y mejorarlo a partir del lenguaje mismo de
la realidad. El Exteriorismo es la poesía creada con las imágenes del mundo
exterior, el mundo que vemos y palpamos. El Exteriorismo es la poesía objetiva:
narrativa y anecdótica, hecha con los elementos de la vida real y con cosas
concretas (recordemos a Nicanor Parra), con nombres propios y detalles precisos
y datos exactos y cifras y hechos y dichos. Todo poeta real es un poeta
realista. En el caso de Cardenal se trata, además, de un poeta militante, de un
realismo místico que busca combativamente la transformación y la unión por el
amor, en el amor.
Leamos algunos de sus poemas:
Epigrama: De estos cines, Claudia, de estas fiestas
De estas carreras de caballos,
No quedara nada para la posteridad
Sino los versos de Ernesto Cardenal para Claudia
(si acaso)
Y el nombre de Claudia que yo puse en esos
versos
Y los de mis rivales, si es que yo decido
rescatarlos
Del olvido, y los incluyo también en mis
versos
Para ridiculizarlos.
Poema
Como las lechuzas que solo ven de noche, y como
El mediodía es la medianoche de los murciélagos
En esta tarde luminosa de julio ¿no será otra la luz
Y no será tan solo lo oscuro que vemos:
El tanque de agua plateado, la puesta de sol,
Las golondrinas revoloteando, este libro de Suso,
El avión que cruza como un cielo de julio?
Poema
Es la hora en que brillan las luces de los burdeles
Y las cantinas. La casa de Caifás está llena de gente.
Las luces del palacio de Somoza están prendidas.
Es la hora en que se reúnen los consejos de guerra
Y los técnicos en torturas bajan a las prisiones.
La hora de los policías secretos y de los espías
Cuando los ladrones y los adúlteros rondan las casas
Y se ocultan los cadáveres. Un bulto cae al agua.
Es la hora en que los moribundos entran en agonía.
La hora del sudor en el huerto, y de las tentaciones.
Afuera los primeros pájaros cantan tristes,
Llamando al sol. Es la hora de las tinieblas.
Y la iglesia esta helada, como llena de demonios,
Mientras seguimos en la noche recitando los salmos.
Con Cántico cósmico
(1992) la poética de Ernesto Cardenal llega a su cima. No es una afirmación
extrema decir que en la vida y en la obra de este poeta-monje, la palabra
vanguardia adquiere un sentido pleno. Cardenal ha signado a su existencia con
los rasgos más plenos del progresismo armonizados con la tradición. Escritor politemático
también incursionó en el Ensayo, la biografía testimonial (Libros de sus
Memorias, tres tomos, 2002) y la hermenéutica bíblica. Cántico cósmico es un macrotexto plurisemántico que acusa la influencia
de obras clásicas tales como El
cantar de los cantares de la biblia y Cántico Espiritual de San Juan de la
Cruz; hermanado con las cimeras obras hispanoamericanas como Altazor y Canto
General de los chilenos Huidobro y Neruda y con el poema extenso Piedra de sol del Nobel mejicano Octavio
Paz. La obra está elaborada de acuerdo con los principios de las corrientes vanguardistas
de la lengua inglesa representados por Whitman (Canto a mí mismo); con T.S.
Elliot (cuatro cuartetos); y con Cantares
de Ezra Pound. Esta ópera magna, visión
holística del universo, mantiene su intensidad lírica a través de sus 43 cántigas
y sus 400 páginas.
Cántiga 2
En el principio era el Canto.
Al cosmos Él lo creó cantando.
Y por eso todas las cosas cantan.
Y no es el espacio mudo.
Quien tiene oídos para oír oiga.
Estamos rodeados de
sonido.
Todo lo existente unido por el ritmo.
Jazz cósmico no caótico o cacofónico.
Armónico. Todo lo hizo cantando y el cosmos canta.
Cosmos como un disco oscuro
que gira y canta.
En la alta
noche
O radio romántico que nos viene en el
viento.
Toda cosa canta.
Las cosas no creadas por cálculo
Sino por
la poesía.
Cántiga 26
Morderán el polvo las doctrinas económicas
Contrarias al corazón humano.
Y tal vez lean este poema dentro de mil años
Cuando ya no se leerá Newsweek.
Sea esta una oportunidad válida
para despojarnos de cualquier prejuicio ideológico y entrar de lleno en la
lectura y valoración de una obra que
representa las vivencias de un Poeta Mayor de nuestro tiempo.
José Díaz- Díaz
Escritor y crítico literario
joserdia@hotmail.com