Octavio Paz, la vigencia de su Crítica
Por: José Díaz- Díaz
Una de las
mayores virtudes de Octavio Paz es la de acceder al ejercicio de la literatura
con el doble don de la permeabilidad sensorial ante la Poesía y la racionalidad
estricta ante el ensayo, fusionando en muchos de sus escritos prosa y poema,
sentimiento y lógica; dualidad que deviene antagónica y a la vez en armoniosa
unidad, como en el manejo de los
Opuestos, concepto clave de su concepción del mundo y de su estética.
Premio
Cervantes, 1981 y premio Nobel de Literatura, 1990; este escritor mexicano (1914-1998)
nos deja por partida doble, un cuerpo poético respaldado por una elaboración
teórica que asume su concepción del universo y del hombre, doctrina coherente
donde los temas universales tienen cabida tales como el Tiempo y la Historia,
el Ser, la Vida, y el Movimiento; el Erotismo, la Sexualidad y el Amor.
Esa mirada
abarca más de 20 libros de Poesía, dos de prosa poética, una de teatro y más de
treinta ensayos, unidad de pensamiento invaluable para entender y comprender al
hombre universal en general y al latinoamericano del siglo veinte en
particular, desde el vientre mismo de nuestro Lenguaje, el Castellano. Como
afirmaba Jacques Lacan cuando decía que el Lenguaje es la realidad; que el habla de cada individuo es su centro
de comunicación con el mundo. Así Paz dice que: “...La crítica del mundo comienza con la crítica del lenguaje [...] Somos lo que decimos... el decir impulsa el hacer. Las lenguas son realidades más vastas que las entidades
políticas e históricas que llamamos naciones.”
Hablando sobre
el concepto de Modernidad, esa señal semántica acuñada por Lyotard, afirma y se
pregunta: “La Modernidad es una palabra en busca de su significado [...] la
Modernidad ha sido una pasión universal. Desde 1850 ha sido nuestra diosa y
nuestro demonio. En los últimos años se ha pretendido exorcizarla y se habla
mucho de la Postmodernidad, pero ¿Qué es la Postmodernidad sino una modernidad
aún más moderna?”
Crítico sensible
y dolorido de las características histórico-sociales por las que atravesamos,
en su libro Vislumbres de la India—a
la vez de regalarnos con su fecunda imaginación descriptiva que nos acerca a la
comprensión de la idiosincrasia de ese pueblo para nosotros desconocido y
misterioso— puntualiza lo siguiente: “...Las sociedades modernas me repelen por
partida doble. Por una parte, han convertido a los hombres— una especie en la
que cada individuo, según todas las filosofías y religiones, es un ser único—
en una masa homogénea; los modernos parecen todos salidos de una fábrica y no
de una matriz. Por otra, han hecho un
solitario de cada uno de esos seres. Las democracias capitalistas no han
creado la igualdad sino la uniformidad y han substituido la fraternidad por la
lucha permanente entre los individuos. Nos escandaliza el cinismo de los emperadores
romanos que le daban al pueblo << pan y circo>>, pero, ¿qué es lo
que hacen hoy la televisión y los llamados << ministerios de
cultura>>? Se creía que a medida que se ampliase la esfera privada y el
individuo tuviese más tiempo libre para sí, aumentaría el culto a las artes, la
cultura y la meditación. Hoy nos damos cuenta de que el hombre no sabe qué hacer con su tiempo; se ha convertido en el
esclavo de diversiones en general estúpidas y las horas que no dedica al lucro
las consagra a un hedonismo fácil. No repruebo el culto al placer; lamento la vulgaridad general”.
Autor de uno de
los poemas más largos escritos en Castellano, Piedra de sol, Octavio Paz, el amante de Oriente y de la India (
vivió unos cuantos años allí), desde su mexicanidad, asumiendo su
extraordinaria riqueza raizal de mestizo que construye con auténtica
independencia la nueva literatura en lengua castellana; su voz penetra por la
vía de la filosofía y el erotismo la relación: masculino- femenino, el yo y la Otredad, la soledad y la
unidad , la posibilidad del amor de pareja como ecuación salvavidas de esta
existencia.
En el poema Movimiento (que nos recuerda aquel del
poeta francés André Breton, Unión Libre)
el poeta canta a la pareja asumiéndose telúrico y complejo en la divinidad de
su accidentalidad mundana. Dice así: “Si tú eres la yegua de ámbar/ yo soy el
camino de sangre/ si tú eres la primer nevada/ yo soy el que enciende el brasero
del alba/ si tú eres la torre de la noche/ yo soy el clavo ardiendo en tu
frente/ si tú eres la marea matutina/ yo soy el grito del primer pájaro/ si tú
eres la cesta de naranjas/ yo soy el cuchillo de sol/ si tú eres el altar de
piedra/ yo soy la mano sacrílega/ si tú eres la tierra acostada/ yo soy la caña
verde/ si tú eres el salto del viento/ yo soy el fuego enterrado/ si tú eres la
boca del agua/ yo soy la boca del musgo/ si tú eres el bosque de las nubes/ yo
soy el hacha que las parte/ si tú eres la ciudad profanada/ yo soy la lluvia de
consagración/ si tú eres la montaña amarilla/ yo soy los brazos rojos del
liquen/ si tú eres el sol que se levanta / yo soy el camino de sangre”.
www.arandosobreelagua.com