La calidad de un
texto literario
Por José Díaz-Díaz
Para sopesar con
ecuanimidad la calidad literaria de una obra se siguen algunos lineamientos que
despejan las dudas y confusiones al respecto. Las actuales políticas
editoriales que imponen la potencialidad de ventas sobre la calidad, ayudan a
confundir aún más al lector, publicitando y publicando libros muchas veces con
exiguo valor literario.
Uno de los criterios
consiste en medir por la profundización que el autor logre en su escrito
basándose en el manejo del tema y de
la forma. El manejo del Lenguaje
debe ser relevante y concreto para que comunique las inquietudes existenciales
más sentidas y sustanciales del ser humano. Lo banal y anodino es considerado
basura literaria. El logro de conseguir un texto que contenga varios niveles de sentido, nos indica la presencia de una narrativa densa y rica en
mensajes y significados. La Trama no solo debe ser una transmisión de
sorpresas, o una transmisión de información o de contar historias, sino que debe
ser una sucesión cada vez más emocionante de descubrimientos (de desvelamientos
repentinos), o de momentos de comprensión.
Otro de los criterios es
el de comparar la obra que se está evaluando con algunas obras clásicas de la literatura universal que se
enfoquen en el mismo tema y similares personajes. Si aguanta la comparación es
un buen signo de que estamos en presencia de algo importante.
Se puede colegir que una
obra tiene deficiencias cuando al compararla con otras de su mismo estilo
(temática, punto de vista similar, etc.) saltan a la vista los logros de
aquellas y la mediocridad de esta.
Un texto que genera
discusión, que invita a conversar sobre él, a polemizar sobre algunos de los
temas planteados, punto de vista o manejo de personajes; a ser reseñado y a
escribir artículos que espontáneamente lo analiza o lo compara con otros; nos
indica que el libro posee elementos de consistencia literaria.
Si la obra en cuestión
invita a ser releída en distintos lapsos
de tiempo (las obras clásicas lo son porque nunca pasan de moda), y en cada
relectura se descubren elementos que antes no se habían tomado en cuenta,
indica que el material tiene consistencia y riqueza expresiva. Si el texto no
aguanta una segunda lectura y da
pereza volver a abrir el libro, este no
es un indicativo halagüeño.
Es muy importante captar
las <<pretensiones de la novela >> y los logros alcanzados. Hay
algunas de largo aliento que pretenden condensar toda una época o expresar una cultura nacional
determinada. Hay unas que desean expresar el concepto de Tiempo en la mente
humana o del espacio psicológico como única realidad. Hay otras que quieren
expresar el sentir de una generación y sus conflictos. Otras que solo pretenden
contar vivencias regionales, locales, etc. Será necesario, entonces, sopesar el
manejo de los elementos y artificios con los cuales el autor logra acercarse a
su objetivo y contemplar el efecto total de su
Creación.
El factor Tiempo
(añejamiento y madurez) es un rasero muy importante para medir la calidad. Si
el texto mantiene el vigor originario y toda la frescura del momento en que fue
escrita es porque el autor consiguió crear una materia viva sustentada en la autonomía de un lenguaje de un poder
irreemplazable.
Tanto la temática como la técnica
narrativa del texto en cuestión deben aportar algo a la corriente o movimiento
literario universal del momento en el cual se publica la obra. Debe mostrar
alguna novedad o postular algún cambio así sea a contracorriente del status
literario del momento. El autor debe convertirse en escritor señero. Si no hay aporte y no agrega algo a lo ya
conocido, la obra va al olvido en el cajón de lo intrascendente.
Una buena obra literaria,
tarde o temprano llamará la atención de la Crítica Académica y será objeto de
algún Ensayo, de Reseñas Literarias, de notas especializadas (ajenas al
comercio del libro) y a debates y tesis
que exaltarán las bondades de la obra en cuestión.
La nueva obra debe ir más
allá de lo posible y configurar un paradigma
estético radical que sea capaz
de conmocionar a lectores y escritores.
Hay autores muy prolíficos
(veinte títulos o más), esto no es necesariamente garantía de calidad. La
historia de la literatura nos señala autores de un solo libro o dos, que han
alcanzado el nivel de clásicos. Basta con citar a Pedro Páramo de Juan Rulfo.
No nos dejemos influenciar
al analizar la calidad de una obra por criterios de autoridad que el autor
pueda mostrar, ajenos a la disciplina literaria (celebridad, político,
periodista consagrado, presentador de televisión, etc.). Por el hecho de que el
autor sea un triunfador en otra profesión no se colige necesariamente que lo
sea en el campo de la literatura. Los reconocimientos y premios otorgados a un
libro, por instituciones y concursos no comerciales pueden constituirse en un
indicio favorable a la positiva
valoración de la obra.
Si el Escritor fuera un músico,
no habría ninguna dificultad para evaluar la calidad de su trabajo. O se es un
buen músico o no se es. O se domina el instrumento, o no. En el campo de la
literatura es más complejo el asunto de evaluación. Pero como en todo arte, el
decantamiento de la obra y su permanencia en la memoria colectiva tienen la
palabra final.
Los libros de José Díaz Díaz se ordenan en Amazon, en versión Ebook o en papel
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