San Valentín y
el eros literario
(Continuando el debate sobre el erotismo)
José Díaz-Díaz
Una de las vías más
apasionantes que asume el oficio de la literatura y del arte en general es ese
trabajo de acercamiento al fenómeno humano y de expresar su dimensión erótica,
entendida esta como fuerza vital que potencia su relación con la mente y el cuerpo; con la sensualidad
en el deseo y el placer de existir, y por supuesto, en su comunicación total
con la pareja, con los demás y con el mundo.
El concepto de Erotismo pareciera
variar según el encuadre cultural de cada momento histórico, de cada ideología.
Pero siempre se mantiene la ecuación en la cual la mente comanda a los
sentidos. Sin embargo, es preciso indicar que la especie humana en su
evolución, desde un comienzo ha exteriorizado la presencia de esa fuerza vital
tanto en su rutina diaria como en su expresión artística como lo podemos
apreciar, por ejemplo, en los dibujos de la Caverna
de Lascaux.
Para algunas culturas orientales, el
ejercicio erótico va de la mano con la elevación mística, que involucra la
actitud psíquica enlazada con la energía mental y espiritual. El Tantrismo es
una muestra de ello. Para la Grecia clásica, la expresión erótica fluye plena
en la medida que va unida a un ideal de belleza física. Sin embargo, durante toda
la edad media dicha práctica se ve
demonizada por la teología cristiana (Leer: Historia
de la tragedia, de Federico Nietzsche), que prohíbe y castiga el libre goce
de la sensualidad.
En la modernidad, Eros se
opone a Thanatos (muerte), según el pensamiento freudiano, y Georges Bataille
en su libro El erotismo, centra su
análisis justamente en <<la
conciencia de la muerte>>. El impulso animal se enriquece y se
convierte en erotismo cuando el hombre adquiere conciencia de la muerte. La fiesta y disfrute llega a su
máximo cuando se enfrenta a la prohibición, al interdicto y transgrede normativas
que frenan su complacencia.
De acuerdo al pensamiento
de Michel Foucault (Historia de la
sexualidad) el ejercicio de la sexualidad unido a la connotación erótica
liberada de todo impedimento doctrinal, ideológico o moral, constituirá prueba de plena libertad.
En la postmodernidad,
predomina la tendencia a confundir banalmente, lo erótico, con el ejercicio
sexual, y en el peor de los casos se le tiende a identificar con la pornografía
(lo erótico, denigrado a mercancía comercial). Los símbolos erótico-sexuales—
antes ingenuos y carentes de morbo y pecominosidad— ahora son utilizados como
gancho para vender. El marketing para promocionar toda clase de productos
tiende a inducir al consumo a partir de símbolos e imágenes
intensas—subliminales o no—soportadas en la poderosa fuerza de la libido y de
la eroticidad inmanente al ser humano.
También, es pertinente
reconocer que algunas religiones ofician como diques contenedores de la
vivencia erótica, temerosos de la furiosa expresión humana de su vitalidad,
perturbando y desorientando la conciencia social en la búsqueda de su identidad
y de su afirmación como seres que exaltan con pasión y voluptuosidad el goce de
vivir. El pecado y la culpa le salen al paso a la inocencia.
De esta manera, la
Literatura, tanto en su narrativa como en su Poesía, trabajan un lenguaje
acorde con la concepción que los escritores y poetas tienen del concepto de lo
erótico, y en este sentido, su escritura busca la confluencia hacia la
expresión de la fuerza vital humana desde diversos caminos, siempre exaltando
el deseo comunicante y a veces, en el mejor de los casos, la auténtica comunión
entre dos seres que desde su individualidad o desde su soledad unen su total
energía ( libido compartida) con su otredad, ofrenda que deviene en
gratificante sensación de unidad con el Ser total( ver Octavio Paz: El laberinto de la soledad).
El ejercicio del erotismo
sugiere el ejercicio de la libertad, ajeno al egoísmo pero enraizado en el mismísimo territorio del amor. De acuerdo con la
teoría según la cual el arte y la literatura erótica Sugiere pero no Muestra,
el lenguaje apunta a transcribir por la magia de la metáfora y de las figuras
poéticas el desvelamiento de esa energía que enaltecen el símbolo del hombre en
su búsqueda de una imagen-destello,
único y fugaz testigo del paso del hombre por la vida.
El lenguaje erótico es la
señal que vislumbra el instante donde el milagro gozoso de la existencia se
eleva sobre la miseria de la realidad cotidiana.
1 comentario:
Gracias por desasnar a tus amigos
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