En Metaforología, revista literaria
Metaforología es una Revista
Electrónica de Literatura que tiene como principal objetivo la difusión de
las creaciones literarias contemporáneas en los géneros de Poesía, Cuento y
Ensayo; esto mediante publicaciones digitales que demuestren seriedad,
honestidad y excelencia tanto al autor como al lector.
Metaforología ha sido fundada
y es dirigida por la poeta Ana Cecilia Blum; y su publicación en la red mundial
cuenta con el aporte del Fondo de Poesía para las
Américas.
Metaforología tiene
colaboradores de gran trayectoria literaria internacional, entre ellos:
Alfredo
Pérez Alencart (Perú – España), Jorge Dávila (Ecuador), Zingonia Zingone
(Italia – Costa Rica), Enrique Solinas (Argentina), José Díaz Díaz (Colombia), Xavier
Oquendo, (Ecuador), Edmundo Retana (Costa Rica), Manuel A López (Cuba – Estados
Unidos), Juan Secaira (Ecuador), Odalys Interian (Cuba – Estados Unidos),Marialuz
Albuja (Ecuador).
Llegaron a mis manos
dos obras de José Díaz Díaz: el Último Romántico y Ausentes.
Díaz es uno de los escritores colombianos más sólidos dentro la literatura
contemporánea, y ha sido un gusto hondo leer estos dos libros tan provocativos,
que demandan del lector involucrarse, comprometerse, saber escuchar y descubrir
quién está hablando y qué es lo que nos están contando.
Este autor sí sabe
narrar y se nota en sus líneas que es además un intelectual con toda la
redondez de la palabra, pues las múltiples referencias literarias, históricas,
geográficas y culturales en sus obras lo confirman y dan fe de ello. Por lo
tanto puedo prometer que ambos libros más allá de proponer tramas y personajes
interesantísimos ofrecerán un conocimiento amplio del mundo y la cultura, unos
referentes que uno había olvidado y otros nuevos que hacen levantarse de la
silla y escudriñar hasta encontrar respuestas.
La narrativa de este
autor se le incrusta a uno a ratos como espina, a ratos como daga y
de repente ya se está atrapado, herido, como colgado; y sospecho sobre el
premeditado goce del escritor, seguro sabe lo que ha hecho, especialmente
cuando prepara escenarios y discursos con los cuales se propone jugar con el
lector desde sus tan bien logrados sarcasmos, ironías y parodias. Así son las
obras de Díaz, de pulidos personajes coloridos, monólogos interiores y
múltiples sub-historias ante las cuales el lector no puede resistirse a reír o
lamentarse.
El Último
Romántico nos narra la vida de Gerardo Antonio quien a los 23 años
conoce el mar por primera vez y desde entonces decide ser un peregrino por las
tierras Bolivarianas mientras escribe una novela de amor. Esta es una historia
que acontece en la segunda mitad del siglo XX y tiene como escenarios lo rural
y lo urbano, de una región de américa del sur que se muere y se
reinventa, se vuelve a parir en palabras de García Márquez;
una región hermosa, aromática y verde pero también oscura y pestilente.
Ahora, la colección de
relatos los Ausentes, como su nombre lo anuncia, lleva como eje
central el tema de los éxodos, las distancias, la extrañeza en las tierras
nuevas, el siempre migrante en el corazón y ese llegar a ser finalmente cuerpo
hecho de norte y de sur.
A propósito de sus dos
obras, aquí les comparto gratamente una entrevista con el autor, quien nos
habla en detalle sobre algunos de los temas tratados en los libros que nos
ocupan. ~ Ana Cecilia Blum
La Voz
de José Díaz
—Tanto en El Último
Romántico como en Ausentes el desencanto y el hastío
así como la esperanza y el asombro son temas que van tomados de la mano en las
historias y en el recorrido existencial de sus personajes. Esta antítesis
escritural es una constante a lo largo de su obra. ¿Podría contarnos más sobre
ello?
Claro que sí, Ana. Esa
antítesis que tú has captado en mis personajes obedece a una decisión tomada de
antemano, algo así como una plataforma sicológica para denotar la complejidad
de la gente. Nadie es totalmente bueno o malo, sagaz o ingenuo, pervertido o
cándido, bruto o inteligente. Todos tenemos de todo. Es el yin y
el yang, la tesis y la antítesis, vaya, la teoría de los opuestos
llevada al terreno de los personajes literarios. Mis personajes son complejos
como lo es la conciencia del hombre de hoy. La verdad absoluta llevada a la
conciencia colectiva actual, no existe. Ahora nadie sabe a qué atenerse, la
confusión de valores se expande, todo es relativo y mientras tanto, el tablado
social pareciera desmoronarse ante la carencia de principios que rijan el
comportamiento de la comunidad. Mi literatura busca reflejar esa confusión de
conciencia.
—Es muy difícil
encasillar su narrativa dentro de una corriente particular; por ejemplo, en el
caso de El Último Romántico, esta es una novela que parece ser
naturalista pero no lo es, una novela que parece ser romántica pero no lo
es, que parece ser urbana pero no lo es, parece ser histórica pero no lo es,
erótica pero no lo es. ¿Será porque es una novela que se niega a enjaularse en
una sola clasificación sino que en su lugar toma de todas estas categorías
zumos para convertirse en una jugosa novela posmoderna de experimentación y
heterogeneidad?
Pretende ser esto
último, Ana. Como tu bien lo anotas, mi afán es el de lograr un texto posmoderno
en donde la heterogeneidad y la experimentación corran libres de toda atadura.
Parodia, alegoría y sarcasmo. Por supuesto que esta narrativa se desarrolla
dentro de los canales de la Ficción Histórica porque considero es una
línea que ata al arte con la vida y en este sentido permite que la narración
involucre al lector como testigo de lo narrado. De otra parte, utilizo todo
tipo de técnica que se me deje elaborar. Me gusta la mixtura de géneros y
también me gusta jugar con ellos. Utilizo la <<licencia poética>>
para sacarle el jugo e innovar hasta donde se pueda.
—Sin duda lo erótico
ocupa un lugar importante en su obra, y no es lo erótico connotado sino
lo erótico denotado, a veces brutalmente realista y crudo; y sin embargo hay
ocasiones en que el amor romántico y puramente sutil también hace nido en su
narrativa; y así una vez más el lector se enfrenta a esa antítesis humana que
recorre su obra. Cuéntenos sobre este tratamiento del amor carnal y del amor
espiritual en sus libros…
“Ni santa ni puta”, me
decía una poeta amiga a quien yo inquiría por su comportamiento a veces
convencional, a veces libertino pero siempre solidario y hasta sublime. Qué te
puedo decir. Amo la doctrina tántrica y aquello de fusionar cuerpo, mente y
espíritu me atrae a morir. En narrativa, los personajes son los que imponen su
comportamiento erótico-sexual y para presentarlos creíbles, realistas y
vigentes hay que describirlos y hacerlos hablar como ellos lo hacen. Eso sí,
huyo de la vulgaridad, más bien celebro el humor y la picardía. La línea que
separa lo erótico de lo pornográfico es muy delgada pero todos sentimos al leer
un texto si estamos denigrando de la condición humana o si estamos celebrando
la riqueza de su sensualidad. Desde que conocí El Decamerón de
Boccaccio supe que podía gozar leyendo. Desde que conocí a Baudelaire y
sus Flores del mal supe que de la miseria humana
también se puede extraer belleza. Cuando leí la Historia del ojo de
Bataille, me persuadí de que el ejercicio libre del erotismo y la sensualidad
son algo más que <<hacer el amor>>. Con Lolita de
Nabokov, Los trópicos de Miller y el <<realismo
sucio>> de Bukowski supe que el arte no tiene barreras y que si en la
vida real no se puede ser totalmente libre, en la literatura sí.
—La ciudad y las
ciudades son un referente poderoso en la narrativa de José Díaz, pero lo son
desde lo decadente, desde lo que se va perdiendo, lo que ya no es ni será y en
medio de todo lo que mengua afuera parece que adentro sus personajes aunque
rodeados por tal devaste y a ratos inyectados de vacío, se niegan con alto tono
a perder el deseo de vivir y de amar, deseo a través del cual sobreviven a todo
lo roto. ¿Qué nos puede decir sobre esto…?
La ciudad es un
escenario real del encuadre narrativo en donde la carga de lo absurdo se da
cita. La tragedia, inocencia y culpa se unifican, y el contraste entre lo
sublime y lo grotesco se dan la mano; en donde se le mide el pulso a los
coletazos de la historia que parece dominada por la perversa venalidad de sus
dirigentes. Basta ver a Bogotá convertida hoy en ciudad
de<<desplazados>> o a Caracas en una voz sollozante de libertad.
Pero una ventanita siempre queda abierta. Es la luz invencible de la fe y del
sí se puede. La narrativa debe estar teñida de este sentimiento.
—En El Último
Romántico el yo-narrador habla con frecuencia con el lector ficticio.
Cuéntenos un poco sobre la elección de esta técnica que hace al lector no solo
sentirse partícipe de la obra sino cómplice de la misma…
El narratario (persona
a la cual se le narra) a veces es el mismo lector. Tienes toda la razón, poeta.
Para mi es esencial tener en cuenta al lector. En tanto escritor, me debo al
lector y es a él a quien dirijo toda mi atención. Estoy totalmente de acuerdo
con Foucault cuando afirma que el papel de la literatura es la de mostrar
nuevos caminos a partir de diseccionar la realidad en que se vive. Mostrar
nuevas posibilidades, nuevas utopías que le den un segundo aire a una población
diezmada por la increencia, la banalidad y el desencanto.
—En Ausentes se
impone la presencia de los éxodos, de lo que queda atrás, y de la llegada hacia
lo nuevo. Una tierra distinta a la natal, otros escenarios, otra geografía que
acaso no se pueden ni entender ni penetrar completamente. En especial en los
cuentos “Vértigo y Penumbras” e “Isabela” se nota la necesidad de contar con
una voz de emigrante. Háblenos sobre esto…
Esa “voz de
emigrante”, como tú muy acertadamente la llamas, es muy cara para mí. Y siento
que me acompañará como un eco de mis silencios y de mis aullidos. Como
emigrante que soy, navego en ese limbo fuera de toda frontera, sin melancolía
por lo que queda atrás y con afirmación de lo nuevo que se pisa. Total, las
raíces no se pierden, ni se esconden, ni se negocian porque ellas embardunan la
conciencia donde quiera que tú vayas.
Busco en mi narrativa
la universalidad y no lo local o folclórico. Por fortuna la mayoría de los
escritores no padecemos de <<mal de patria>> porque para nosotros—
como dijera Borges y después Bolaño— la patria es el lenguaje. Por fin ganamos
una, poeta…
—Don José Díaz -el
escritor- es usted el último romántico, el último librero, el ausente de su
tierra natal o el hacedor de los ya mencionados; o quizás entre las mágicas
posibilidades de las letras y la vida todos los anteriores…
Todos los anteriores y
ninguno…, Ana. Y gracias por hacerme fáciles las preguntas tan puntuales e
inteligentes, porque en la misma cuestión que planteas escribes generosamente
la respuesta. Pienso que la relación escritor-personajes es cercana pero
también, distante. La influencia biográfica en todo texto narrativo es
innegable, puesto que el autor es un sujeto atado a sus circunstancias de las
cuales no se puede desprender, como dijera Ortega y Gasset; y lo es distante en
la medida que el novelista ficciona y fantasea con todas las posibilidades que
su imaginación le permite. Ahí descansa la originalidad del enfoque y del
estilo de cada escritor. Si bien es cierto que el escritor es el “hacedor” o
demiurgo de sus creaciones, es ante todo, un amanuense de la realidad, que con
las herramientas del oficio transcribe, en el lenguaje que es su material de
trabajo, las señales y guiños para que su lector se entretenga mientras otea y
devela senderos imprevistos y nuevos gracias a la magia de la buena literatura.
José Díaz Díaz. Escritor colombiano-estadounidense (1948), vive
en USA desde 1996.Estudió Filosofía en la universidad de Santo Tomás de Bogotá
graduándose en l973. Luego adelantó estudios de postgrado en la Universidad
Javeriana de la misma ciudad en la especialidad de Literatura. Ha publicado—
además de los dos libros reseñados— el Manual: Todo lo que debe saber un
escritor principiante y la novela: En busca de la infancia perdida. Ha
coeditado, con la escritora venezolana María
Gabriela Madrid, las antologías de narradores hispanoamericanos: Un escorzo tropical,
Muestrario de ficciones hispanoamericanas y Vorágine sensual. Trabajó
durante diez años en el campo de la docencia en la capital colombiana. Del año
1978 a 1989 residió en Caracas, Venezuela y durante un periodo de cuatro años
trabajó en la Embajada de Colombia en ese país. Desde entonces viene
escribiendo artículos y reseñas literarias (ver: www.arandosobreelagua.com) a
la vez que mini-ensayos sobre poesía y narrativa. Ejerce la crítica literaria.
Dirige la Escuela de Escritura Creativa: La caverna.
Poeta ecuatoriana Ana C. Blum, directora de Metaforología, revista literaria