Entrevista
a la pintora Patricia Franco-Gómez
Por
José Díaz- Díaz
Mango, oil on canvas, 12x16 inches, 2009
Nada más controversial y despistado cuando se habla de
Crítica de Arte que los comentarios a veces falsamente académicos que dejan al
público sin entender nada sobre el asunto, y otras veces terriblemente
triviales e insustanciales que ofenden por su altanera ignorancia. Pero el
clímax de la confusión llega cuando se habla acerca de la calidad de la obra de
un pintor determinado. Es sabido que a estas alturas de la historia del arte
posmoderno, nunca se había visto cómo la calidad de una pintura en particular o
el logro magistral del pintor no es tenida en cuenta al entrar al mercado
cultural, sino solo por sus réditos que pueda producir. Podemos inferir que a
estas alturas de la mercantilización del arte, la pieza pictórica perdió su
valor intrínseco y estético y se convirtió en mercancía. Así de simple y
patético.
De todos estos tópicos y mucho más vamos a hablar con
la pintora colombo-estadounidense, nacida en Cartagena y residente en la
Florida desde hace 40 años Patricia Franco- Gómez.
Acomodados en el estudio de su casa de Davie, Florida,
en medio de cuadros y piezas de arte arrumados por aquí y por allá como bazar
árabe y olor fresco a pintura y madera; con la compañía nerviosa de su mascota
Carlitos, un Chihuahua anciano y conmovedor que no para de caminar, y
degustando un deliciosa taza de café tinto colombiano, la primera pregunta que me viene a la mente es
¿por qué diablos escoge Patricia el mundo de la plástica como su patio íntimo
de confort y sentido de su vida?
Ella parpadea, respira hondo y expande su mirada hacia
el verdor vegetal que circunda la vivienda y que se vislumbra desde el ancho
ventanal, para decirme:
“Bueno José, yo no lo escogí, yo nací así. Yo siempre
miro hacia adelante buscando algo que no he encontrado y así capturarlo para
traerlo a mí mundo. Entonces, yo creo captar el devenir del momento en el que
vislumbro la realidad que me rodea. He allí el porqué pinto como un medio para
realizarme como ser humano pensante”.
Dado por hecho la inspiración que el quehacer
pictórico demanda sobre el ánimo sensible del artista, uno piensa que no es
nada fácil para él decidirse por un estilo pictórico determinado ¿Cómo se llega
a convertirse en pintor surrealista o hiperrealista; abstracto o figurativo;
clásico o romántico, impresionista o expresionista? Ni idea. Por esto, pienso
que Patricia tiene razones de fondo para no matricularse dentro de un estilo en
particular.
Ella bebe un sorbo de café y me dice:
“José, mis pinturas no se deben catalogar como
realistas. La realidad es un punto de
partida que arroja al artista a descubrir, a crear algo que solo encontramos en
el lienzo. Es decir, yo no pretendo reproducir la realidad, trato eso sí de
pintar lo que capto en ese momento, el devenir de la realidad y eso conlleva
mis emociones que pretendo transmitir a quienes lean mi obra. La recreación de
la realidad es una aventura. Yo no soy una cámara fotográfica. Lógicamente que hago uso de mis
conocimientos sobre el dibujo, color y
composición entre otros”.
Antu (goddess), oil on canvas, 18x25 inches, 2013
Yo reflexiono en voz alta:
En este sentido, no convalidas totalmente una estética
realista que tuvo sus orígenes y auge en la segunda mitad del siglo XIX en
Francia. Ellos compartieron una estética basada en la
representación directa de la realidad. Los realistas entendían que no hay temas
banales y que, en consecuencia, cualquier cuestión podía ser objeto de interés
pictórico.
De
igual forma, los temas, las actitudes, las composiciones y hasta las medidas de
los cuadros tenían que ajustarse a esos rígidos criterios. De ese modo, los
pintores realistas defendían o defienden una pintura sin argumento, una
captación simple de la realidad, en la cual lo fundamental es la forma en que
se representa la imagen, y no su desarrollo narrativo.
Mi
pregunta es si tus pinturas siguen con rigurosidad las pautas de una escuela o
movimiento, o si te has tomado algunas licencias para adaptar tu producción a
los nuevos tiempos.
“Ni lo uno, ni lo otro. La creación en el arte implica
años de trabajo y experimentación. Cuando comienzo a pintar generalmente hago
uso de mis conocimientos o más bien dicho, la aplicación de los mismos en el
momento en que desarrollo la idea captada y se van dando sin proponérmelo,
es algo instintivo en mí, posiblemente
debido a mi formación artística. Saber usar los materiales es un aspecto
técnico que me da la libertad para crear. Actualmente hay algunos autonombrados
artistas sin formación, sin obra, que se niegan a usar por ignorancia los
medios tradicionales adecuados. En este momento el arte se puede decir, que
está pasando por una era anti-creación o un caos artístico, no se impone la
calidad si no lo que tiene más “marketing”,
implantándose como cultura dominante”.
Ahora
comprendo que encasillar a un artista en un estilo determinado, no es más que
un truco facilista de los críticos para acercarse a la esencia pictórica de un
trabajo en particular. Sin embargo, al realizar una inmersión en el ancho mundo
de tu trabajo plástico a través de tantos años de constante creación vemos que
muestras algunos guiños con el surrealismo y a veces con el hiperrealismo ¿Cómo
es eso?
Otro
sorbo de café y Patricia parpadea mientras parece que se esfuma hacia el pasado:
“Recuerdo conscientemente que desde niña soy una
persona observadora y analítica. Yo observo todo, yo veo, no solamente miro. Es
algo innato en mí. Yo creo eso sí, hacerle guiños al surrealismo del que tú me estás
hablando ya que lo encuentro mágico y agazapado detrás de lo real”.
Lo
que me acabas de decir constituye una interesantísima herramienta para conocer
la génesis de un proceso creativo. Pero me sorprendo más aún cuando me doy
cuenta de que una persona que lleva un rol de esposa y madre de cuatro hijos
pueda a su vez producir una muestra plástica de más de 300 piezas de arte.
Patricia
mueve la cabeza de arriba para abajo y dice:
“Sí,
efectivamente creo haber pintado más de 300 cuadros hasta ahora. Yo vengo pintando
desde antes de cumplir los ocho años. Recuerdo perfectamente algo que pinté al
óleo cuando estaba leyendo El Tesoro de la Juventud. Desde niña he sido una
ávida lectora”.
Yo
aprovecho sus confidencias para ahondar en su intimidad familiar:
Y
el maestro Chenco Gómez, tu esposo de toda tu vida, reconocido como uno de los
grandes pintores contemporáneos de la Florida y del Caribe, determinó de alguna
manera, influenció tu estilo o— por qué no decirlo—padeció «celos
profesionales», con tu desarrollo artístico?
“No, no, no para nada. Chenco y yo nos complementamos.
Tenemos diferentes estilos al pintar y hablamos
acerca de las técnicas y medios que empleamos, como también aceptamos
criticarnos mutuamente. Jamás hemos experimentado celos artísticos, al
contrario, nos admiramos el uno al otro.
Mi mayor deseo que él siga sobresaliendo. Yo sé que él me admira como mujer,
madre y artista, eso me basta. Afortunadamente nos identificamos en nuestra
manera de pensar y vivimos en el mundo
real”.
Y
continúo navegando en sus especiales particularidades:
Patricia,
y en cuanto al bagaje intelectual y cultural que posees, en parte por ese
hábito a la lectura y a la compulsión desenfrenada por adquirir información de todo
tipo, desde las teorías de conspiración, pasando por la historia de las
religiones, hasta la precisa ubicación genealógica de tus antepasados
poseedores de títulos nobiliarios, por mencionar algunos, ¿Te ha servido para escoger
y trabajar sobre una amplia selección de temas y motivos? Qué te lleva a
utilizar técnicas tan distintas como el óleo sobre madera y lienzo; el
dibujo, el acrílico, el lápiz, la
plumilla, el papel arte, el metal
embrossing, el retrato, y a
seleccionar motivos tales como los bodegones, paisajes, los cuadros campestres,
las flores, las frutas, caballos y peces; desnudos, la naturaleza muerta, etc.
“Como te dije antes, soy una lectora insaciable e
investigadora incansable, todo lo exploro,
analizo y re-pienso dialécticamente. Yo tuve la suerte de asistir al
Atelier de Enrique Grau como al de Cecilia Porras y estudiar con ambos cuando
vivía en Colombia, también he estudiado la Historia Universal y la Historia del
Arte. Más tarde acá en la Florida continué mis estudios en el Atelier de Abdón
J. Romero. Además tengo grados en Diseño Gráfico, Diseño Multimedia, Desarrollo de Páginas Web y Fotografía. Todo eso
me ha abierto un campo inmenso que me ha permitido ampliar mi horizonte
creativo”.
Patricia Franco
¡Excelente!
Veamos ahora algunos de los rasgos característicos de tu particular producción.
¿Crees, Patricia que la intensidad del color y la luz, la luminosidad, el
cuidadoso tratamiento de fondo y perspectiva y la precisión matemática que se
aprecian en tus cuadros a través del sinnúmero de temas y motivos que trabajas,
constituyen un aporte a ese tipo de nuevo realismo que practicas?
Un
suspiro para reflexionar y ya.
“Bueno, esa pregunta no te la puedo contestar yo. La
respuesta a la misma la tienes tú o las personas entendidas como tú, si he
hecho o haré algún aporte al arte, el tiempo lo dirá…”.
En
una conversación que sostuvimos hace algunas semanas, me hablabas de un
elemento determinante que tú trabajas con especial cuidado para obtener la
unidad estética del cuadro que, al final de cuentas— como afirmaba Leonardo Da
Vinci— constituye la armonía, «la divina proporción» y la belleza de una pieza
de arte. Ilústranos sobre este principio tan desconocido por gran parte del
público.
“Sí, ésta es una regla general que determina la
proporción ideal en el formato. La solución positiva se representa por el
símbolo Ø y su valor es 1,61803 que es el valor del número áureo o Phi. En la antigua
Roma, hubo un célebre arquitecto, de nombre Marco Vitruvio, que estableció la Ley de la sección dorada. Esta dice: Para que un espacio dividido en partes
iguales resulte agradable y estético,
entre la parte más pequeña y más grande,
debe haber la misma relación que entre la parte más grande y el todo. Para hallar la división ideal, debemos de
poner en práctica esta fórmula multiplicando el ancho del formato por el factor
0,618 y se obtendrá automáticamente la división de la sección dorada. Por
último, repitiendo la operación respecto al alto del formato se obtendrá un
punto considerado IDEAL para situar el elemento principal de su cuadro. También
hay algunos conceptos y reglas que
pueden ayudarnos a saber componer y leer un cuadro, a comprender mejor y a
analizar el porqué y cómo un artista consigue mediante una serie de elementos
atraer la atención del espectador y crear una armonía en la superficie
pictórica. Las formas básicas de figuras geométricas que siempre resultan
agradables en el inconsciente del espectador, es decir, colocar los elementos
principales del cuadro siguiendo unas líneas imaginarias que componen el
conjunto según la intención del artista, para darle así mayor importancia a
dichos elementos del cuadro”.
Ahora
entiendo mejor el porqué de tu dilecta inclinación por mantener en cada uno de
tus cuadros los cánones de una exigencia de calidad extrema en donde el objeto
pintado prevalece sobre el concepto, el símbolo o el mensaje, como suele
suceder en los «ismos posmodernos». El realismo es un término de una amplia
gama significativa y de muy difícil definición en lo que respecta a las artes
plásticas; solo se refiere a una actitud del artista frente a la realidad, en
la cual ésta no tiene que ser necesariamente copia o imitación, aunque sí
ajustarse a una verosimilitud. Los realistas querían plasmar objetivamente la
realidad; representar el mundo del momento de una manera verídica, objetiva e
imparcial. Estaba prohibido idealizar. La única fuente de inspiración en su
arte debía ser la realidad; y no podían admitir ningún tipo de belleza
preconcebida. La única belleza válida debía ser la dada por la realidad, y
ellos, como artistas, debían reproducir esa realidad sin embellecerla. Como cada
ser u objeto tiene su belleza peculiar, esa esencia era la que debían descubrir
y plasmar en sus cuadros.
La
característica principal de su estética era la reflexión sobre la realidad, Todo
lo anterior o parte de ello tiene alguna conexión con tu afición por la
fotografía, pues sé que tienes en gran estima esa herramienta además de
utilizarla en el retrato o como punto de iniciación, de modelo, de un cuadro en
particular.
Ella
se levanta, eleva su alta figura, estira las largas piernas, va a un rincón
donde reposa su cámara fotográfica y me la enseña.
“Sí, me gusta mucho la fotografía y hago uso de ella
como medio para captar algo que me
llama la atención, que me impacta ya sea por su forma, color, textura o composición
y que más tarde pueda llevar al lienzo o hacer uso de ellas digitalmente como también
para tenerlas en mi propio archivo y
usar éstas imágenes originales en un futuro”.
Mardi Gras, oil on canvas panel, 16x20 inches, 2012
Hummm…hummm…hummm…
Y ahora, la pregunta obligada: ¿tienes algún o algunos maestros que son tu
fuente de inspiración o referentes, a quienes admiras y quisieras llegar a los
estándares de calidad que él o ellos alcanzaron?
Se
frota las manos y agrega:
“Realmente no, ninguno en particular, más bien analizo
las técnicas que han usado algunos colegas
al pintar”.
Puedo
deducir, entonces, que a estas alturas has encontrado definitivamente un estilo
propio.
“No y no creo que ningún artista pueda afirmar eso en
vida”.
Sí,
claro. Medito involuntariamente sobre lo dicho por ella y de pronto, me da por
cambiar de tema. Hablemos ahora del mercado local de las artes plásticas en el
Sur de la Florida, ¿cómo lo ves?
“Bueno, no hay apreciación estética. Se imponen los
que tienen más medios, más propagandas. Lo que existe actualmente es una burbuja del coleccionismo de cosas
que pretenden ser arte y que en realidad son objetos de lujo excéntrico,
mediocridades, no hay calidad. Esta nueva cultura dominante se ha inflado como
consecuencia de la ambición de los galeristas y bancos. Existe un
mercantilismo acendrado ya que cuando el dinero sobra, parece que es
mejor gastarlo”.
Y
la amena charla continúa, pero como todo tiene su tiempo, le lanzo la siguiente
pregunta para que Patricia nos invite a su próxima exposición en donde
tendremos el privilegio de entrar en contacto con el fabuloso mundo de su
plástica y a la vista del alma de sus piezas que recrean y transcriben los
signos de su alborozada producción.
El
público necesita de una orientación simple y veraz para poder empatizar con la
pintura que tiene ante sus ojos, o con la pieza objeto de atención. ¿Cuál sería
la sustancia de la orientación que tú le darías?
“La pintura y el buen arte se siente, se ama,
toca nuestra fibra interior, se escucha como se escucha la buena música o una
buena poesía, según la sensibilidad de cada persona ya que se aprecia y se
disfruta de manera diferente. El inversionista no debe dejarse llevar por el
momento ya que al ver una obra de mal
gusto donde no hay un análisis de los
valores conceptuales de la obra, es solo en éste caso una decisión comercial,
ya que buscan entre comillas, artistas
que les produzcan mucho y rápido porque entre más, más dinero”.
Muchas
gracias Patricia por la acogida tan cálida en tu estudio y tu benevolencia con
mis preguntas. Que las «musas» sigan fraguando a través de tu paleta, la
transcripción de ese mundo de color que emborracha nuestros sentidos de un
alborozo estético indefinible.
José
Díaz- Díaz. Miami, noviembre de 2016
joserdiazdiaz@mail.com