La inocencia
natural del poeta
Comparto esta
entrevista de Marcos Rivadeneira a la poeta ecuatoriana Ana C. Blum, exquisita
y puntual semblanza en la voz de una de las más connotadas poetas
latinoamericanas.
UN CAFÉ CON: Ana C. Blum (Ecuador)
Redacción: Quito - Ecuador.
1. ¿Cómo empezó tu relación con la poesía?
Yo crecí junto al mar, en un pueblito de
la costa Sudamericana llamado Manta, -hace más de 40 años era un pueblito
colmado de arenas que parecían llevarse gente y casas; ahora es una ciudad
grande pero en aquel tiempo no era tal, al menos así yo lo percibía-. Recuerdo
que la escuela era una casa vieja de ventanas abiertas, y en el cuarto grado me
asignaron un pupitre desde el cual yo podía contemplar y oler las olas del
Pacífico, eso me hacía sentir una emoción muy grande que quería plantar en
palabras y no sabía como; pronto la profesora se dio cuenta de que el mar me
distraía demasiado y me mandó al otro extremo donde solo tenía en frente una
pizarra oscura, allí terminaron mis ansias de poetizar a los nueve años; sin
embargo, el destino no es semilla que se escoge y fue a los doce, en 1984
cuando la poesía me agarró desprevenida, me apuntó con su varita y un torrente
tomó mi cuerpo y mi mano, nacieron entonces unos primeros versos estrellados y
llorones, y así empezó este andar de cantos a veces alados a veces dolientes.
2. ¿Existe algún libro que te ha causado
impresión positiva o negativa?
Son tantos textos que me han emocionado,
arrastrado, pinchado, quebrado. En poesía más que libros enteros son poemas,
por ejemplo algunos de Residencia en la tierra de Neruda; otros de las Obras
Completas de Cavafis; varios de Szymborska, Ileana Espinal, Rosario
Castellanos; muchos de Eliseo Diego, Holan, Paz, Montale, Cernuda, Carrera
Andrade; ya en narrativa tengo libros favoritos como Cien años de Soledad y
El amor y otros demonios de García Márquez; Un viejo que leía Novelas de
Amor de Sepúlveda; La Casa en Mango Street de Sandra Cisneros; History
of love de Nicole Krauss; y probablemente el que más me ha traspasado y
ocupa un lugar especial en mi corazón: Beware of Pity de Stefan Zweig,
es una novela desgarradora de un autor extraordinario, que la siento muy
cercana, seguramente porque la protagonista es una joven afectada con
poliomielitis, enfermedad que también me afectó a mí de pequeña y de la cual
arrastro sus secuelas de por vida… Bueno, son muchos los textos que me han
punzado y fascinado –y lo siguen haciendo- entre otros tantos libros y otros
tantos poemas que faltaría página para nombrar.
3. ¿Cómo es tu momento creativo? (cuándo
y cómo escribes)
Antes, en mis primeros años, cuando apenas
empezaba a escribir, yo creía mucho en la inspiración como un halo mágico, una
presencia, un espíritu que llegaba a poseerme y me susurraba misteriosas líneas
y versos. Hoy, creo más en las ideas, en mis humildes poderes terrenales.
Admito -sin lugar a dudas- que hay momentos, circunstancias, estados de ánimo
que por su intensidad y conmoción convocan al proceso creativo y que tal vez
podrían confundirse con momentos de inspiración y tal vez lo sean –no me
obstruyo a la idea- sin embargo ahora me apego más racionalmente a la
conversión de las ideas sobre el papel, me obligo a pensar sobre un tema que me
ha inquietado o emocionado y estas elucubraciones se hacen versos, y estos
versos se hacen poemas.
4. ¿Tienes alguna organización,
disposición, estructuración o ejes temáticos, para conformar un libro y
editarlo?
Yo trabajo poemarios que intentan
expresar mi experiencia y la de otros; reflexiones sobre mi mundo interior y el
que me rodea; poemarios que guardan muchas voces, muchos “tú”, muchos “yo”,
muchos “nosotros”, y dentro de todos estos hablantes es posible contemplar uno
solo que gobierna. No me preocupo por una estructura ideal, siento que si lo
haría estaría forzando el proceso. Que venga lo que quiera venir, ya luego
arreglo, limpio, armo, doy sentido y siempre de alguna manera el libro
terminado guarda la unidad que brota de mi particular forma de decir.
5. ¿Cuáles son los temas que despiertan
tu necesidad de escribir, hay algunos recurrentes?
Algunos de los temas que he trabajado
hasta ahora son la infancia perdida; el oficio como un fatum; las
dimensiones de la ciudad; el drama del desarraigo; el cuerpo incompleto; el
sentir de uno como el sentir de todos; entre otros que a ratos se escogen pero
que más a menudo asaltan. En general mis poemas hablan sobre la experiencia y
las emociones humanas. Son un popurrí de viñetas propias y ajenas que voy
recolectando al andar. Ahora, el que me lea deberá tener un gusto particular,
porque yo escribo sencillo, nunca me conquistaron los artefactos crípticos, trato
de ser lo más diáfana posible, eso sin perder la intensidad y la porción de
misterio que deviene de la palabra misma; entonces quien ande buscando formas y
contenidos exuberantes y/o enmarañados y/o eruditos pues vaya nomás y busque
por otro lado.
6. ¿Hay una fórmula para lograr el poema
perfecto?
La poesía es perfecta. Los poemas nunca.
Se alcanza cierta excelencia en ciertas cosas que hacemos en la vida pero no la
perfección, quien la busque se apunta para recibir una decepción inmensa. Por
mi parte a veces logro hacer poemas que parecen terminados, acaso totales; no
obstante, la mayor parte del tiempo no lo logro, y sin embargo sigo intentando,
gozo comunicar en verso y no me rindo, todo lo contrario, encuentro sosiego en
saber que siempre será un plan incompleto, un proyecto de vida; es decir, hay
trabajo por hacer hasta el último suspiro.
7. ¿Qué lugar ocupa la poesía en este
nuevo milenio?
El lugar que siempre ha ocupado. El
lugar de los asombros. Su posicionamiento de hada que puede hacernos mejores
seres humanos. La poesía no se marcha, no se extingue, no pasa de moda porque
la poesía va con la vida, y va adentro del ser y va afuera del ser. No
obstante, en este nuevo milenio rodeado de mares cibernéticos las carabelas de
la poesía pueden llegar a más orillas, y más rápidamente; y esto hace que se
expanda su poder de encantamiento y sanación.
8. ¿Tienes alguna idea para incrementar
la difusión de la poesía?
Mira, yo creo que tomamos mucho de la
poesía y que le ofrecemos muy poco. Hay que dar, aunque se tenga poquito hay
que dar. Ahora mismo con las redes sociales y el correo electrónico contamos
con una plataforma impresionante para la difusión: Copie y comparta un poema
que le ha gustado, hable de un libro que le han hecho llegar, empiece un blog
(hay servicios gratuitos para ello), si sabe hacerlo construya una foto-poema
de otro autor para subir a las redes, arme una revista o antología electrónica
y compártala por correo. Fuera de lo digital: Organice un evento en su barrio,
un mini-festival en su comunidad, organice un recital en su propia casa si no
cuenta con otro espacio, haga un compendio, preste libros, done libros, regale
libros, facilite un taller. Se puede hacer tanto por la poesía, esto que tú
estás realizando Marcos es un ejemplo de ese dar al que me refiero,
afortunadamente hay muchos que sí lo hacen pero desafortunadamente también
muchos que no, entonces, hay que parar de ser poetas glotones, seres humanos
glotones, todo para mí, mí, mí; es preciso repartir los panes.
9. ¿Qué es lo que buscas cuando abordas
un libro de poemas?
Que no me diga como sentir sino que me
haga sentir; me gusta encontrarme con poemas que me inquieten, sacudan,
alumbren y me permitan entrar en un estado de reflexión; libros que me sigan
persiguiendo aún después de cerrarlos.
10. ¿El poeta debe estar comprometido
con algo?
El poeta, el ser humano quiera o no está
comprometido con el momento que le ha tocado vivir. El crítico estadounidense
Jameson “se opone a la idea de que la creación literaria puede tener lugar
aisladamente de su contexto político”, yo comparto esta idea, porque incluso
cuando el poeta, el artista vocifere que no está afiliado a ningún partido o
causa, pues está equivocado, porque está afiliado a la causa de existir y crear
desde un lugar, una cultura y una época específica que de alguna manera lo
define o al menos lo salpica a él y a ella, y a lo que va construyendo.
11. ¿Es necesario relacionarte con otros
poetas? ¿Para qué?
Yo tengo amigas y amigos entrañables que
son poetas, a quienes quiero y admiro mucho, son familia que no me dio la
sangre sino la poesía, a los cuales recibo en mi vida con regocijo y busco
constantemente para sentirme hermanada y para aprender de sus jornadas y sus
voces; sin embargo resulta que mi círculo cotidiano es un ramillete de seres
con diferentes oficios, profesiones e intereses, lo cual creo que también es
bueno, porque de ellos y ellas obtengo otro conocimiento, otras historias, otra
forma de aprender y aprehender la vida.
12. El poeta es un ser ¿tocado por la divinidad?,
¿un personaje al que le falta algún tornillo? o ¿Un simple trabajador de las
palabras?
A ver, creo que todos los seres humanos
hemos sido tocados por la divinidad o energía universal –como quieran
llamarla-; a todos nos falta un tornillo –hasta ahora no he conocido un solo
hombre o mujer que no padezca de algún síndrome mental diagnosticado o no-; y
así mismo cada humano es un trabajador de la palabra desde que nace hasta que
muere dentro de sus particulares conocimientos y contextos. Ahora, yo rechazo
el concepto de la poesía como un “género sagrado” fraguado y destinado a un
grupo reducido y atribuido a un ser “alado, un hacedor, un semi-dios”. No, el
poeta es solamente alguien muy sensible que escribe versos para expresarse; que
camina la existencia y en su lectura de ésta hacia la escritura de la misma,
utiliza imágenes para revelar lo que encuentra, lo que somos; se arriesga a
decir, ha escogido como medio para comunicarse la escritura del poema, porque
se ha entrenado a observar, a jugar verbalmente con aquello que sintió y razonó
cuando entró por sus sentidos, y entonces se sirve del lenguaje para procurar
una experiencia textual-estética.
La vida del poeta y la vida del ser que
guarda al poeta deben ir de la mano, construidas no solo para inventar sino
para hacer el bien, tratando de incinerar los egos, encontrando en la humildad
y las practicas espirituales un camino, procurando la empatía, la compasión, la
bondad, el trato ético hacia los animalitos. Hay una inocencia natural que no
debe escapar al poeta, y este debe servirse de ella, como una fuente a la que
se retorna a sanar para no perder la fe en el mundo ante el cinismo y las
monstruosidades que abundan pero que no son más grandes que lo maravilloso y lo
bueno. Como escritores, como artistas, es necesario entender que nuestros
poemas, nuestras obras y nuestro oficio no son más importantes que nuestra
capacidad de amar.
Ana C Blum (Ecuador, 1972). Poeta y ensayista. Estudió Letras
Hispánicas en Estados Unidos y Ciencias Políticas en Ecuador. Autora de los
poemarios: Descanso sobre mi sombra, 1995; Donde duerme el sueño,
2005; La que se fue, 2008; La voz habitada (Co-autora), 2008; Libre
de espanto, 2012; Todos los éxodos (Antología Personal), 2012; Poetas
de la Mitad del Mundo, Antología de Poesía escrita por Mujeres Ecuatorianas
(Co-Antóloga), 2013; Áncoras, 2015; Rituales (Co-Autora), 2016.
Ha sido invitada a leer su poesía en la Biblioteca del Congreso de los Estados
Unidos, dentro del marco del encuentro literario La Pluma y la Palabra
en Washington D.C.; ha participado en varios festivales literarios en América y
Europa. Actualmente es profesora de español y dirige la gaceta literaria Metaforología.