Memorias
Amorosas de un Afligido, novela de Jesús I. Callejas
Prólogo de José Díaz Díaz,
director de la Fundación La Caverna.
Un antihéroe y afligido
personaje es el protagonista sin nombre
de ésta novela conceptual, ahora publicada por Amazon, que narra a
fondo las desventuras existenciales de
un fulano que deambula entre la incoherencia y el sinsentido de sus actos.
Lineal en su historia, situada
en espacios evaporados, y de aparente fácil lectura; su autor, Jesús I.
Callejas, nos va introduciendo a un mundo íntimo mezcla de encontrados
sentimientos de dolor y tristeza, incomprensión y abuso, pleno de emociones que
desestabilizan por su sensible irracionalidad y ternura desbordada.
Pero la pulpa de la novela se
encuentra más allá de compartir los desgraciados episodios de un borrachito «sexo-loco» que despotrica sobre todo y sobre todos. La
pulpa la encontramos al acercarnos a su espíritu crítico de autodidacta que ha
bebido en el pozo de los grandes maestros de la Filosofía, llevándolo a un
eclecticismo vacilante y a un vivir de rodillas, agobiado ante la inmensurable
inconsecuencia de la razón para darle sentido a su mísera existencia.
Entonces, Callejas inicia una
Crítica de su Tiempo, directa, profunda y desgarrada, tanto en lo conceptual,
como en el propio argumento de su ficción(o sus memorias).Evidentemente, el
adolescente que nada entre lagos de semen, el borracho que nada entre lagos de
licor, el promiscuo insaciable; se
constituye en la metáfora perfecta para abofetear una sociedad a la cual
considera mediocre y decadente.
Ese acto íntimo y solitario de
la masturbación, búsqueda individual y sensorial de un cuerpo que se descubre y
reafirma, recobra repentinamente en el personaje de Callejas una simbología de extraordinaria complejidad:
es el camino para huir del aburrimiento, es la protesta ante el autoritarismo, es
la única confortable compañía; es la puerta que abre a una dimensión
desconocida donde el placer empuja al éxtasis de la energía total. Es el arma
del aprendiz de artista que blande en su mano la sustancia de la vida con la cual moldeará sus creaciones y así,
jugará a ser Dios: “…el gran pajero
universal”, (pág. 60). El onanismo, en éste personaje, pasa de ser un acto repudiable,
a constituirse en un acto liberador, donde la conciencia abrumada de pobreza
espiritual y de dolor, se trastoca por la magia de su propia
energía, en espacio de potencial
sublimidad creativa y poderosa fuerza asertiva de su existencia.
Y se refugia en el Arte para
paliar su angustia: “…Me agobian la religión y el Estado…solo debo interesarme
en el arte, las formas de la belleza, sin dogmas que cuestionar, sin
inoportunas preguntas. Si pudiera asumir así la vida… si el misterio me
bastara…” (pag.62 y 116). Y más adelante agrega: “En toda propuesta estética
aparece un itinerario inconfesado por la recóndita existencia de lo humano, una
obligada mirada hacia el dolor, su directa consecuencia, y es que el hombre
siempre recrea los míseros eventos de esta vida armado de lo único que
misteriosamente ha sido dotado, un válido pero inútil anhelo por transformar la
realidad aparente, es decir, por conocer. El artista con las indescifrables
formas, el filósofo con el escalpelo de sus especulaciones, el hombre común en
una esquina al lanzar sus chistes hacia el lejano orbe de la cotidianidad, no
buscan sino conocer…” (pág.397).
La Crítica a la religión, la
podemos sintetizar a partir de su propio texto, cuando dice: “No entiendo el
cristianismo—Salí de su seno— esa mezcolanza de estoica filosofía griega y judaísmo
religioso. No, no lo entiendo, Palabras tragándome. Semántica borrosa, lluviosa
página…me desangro en la maldita página sin dejar de chillar como un cordero crucificado…” (pág.122).
Pero no todo es incomprensión,
resentimiento u odio en Callejas, él dice querer a la humanidad cuando manifiesta: “Siento reprimido amor por mis congéneres,
pero, qué puedo yo saber del amor? Similar a lo que dice María Radó en su
libro Perlas Negras: “Amo a la humanidad
con un amor incondicional, ilimitado e
inagotable, tan grande y tan profundo, que me faltan palabras para expresarlo.
Amo a la humanidad, lástima que no me gusta la gente…”.
Poeta de mirada barroca donde
la exuberante forma reboza el contenido, Callejas es un poeta prestado a la narrativa. Diletante y
decadente, nos abruma con sus patéticas
y casi siempre acertadas
elucubraciones a través de la
historia de la filosofía, de la literatura, del arte y del cine. En algunos de
sus textos, pesadillas y sueños ( ver
carta a su esposa loca, (pág. 153) el autor
extrema el formalismo del
lenguaje hasta límites donde el contenido significativo se soporta solo en el pavor de las palabras que como ramas
sin árbol desgajan un sentido alucinado y alterado, hilarante y caótico de la
realidad. La razón no todo lo puede,
sería la metáfora válida con que Callejas confronta al propio lector. Este tipo
de texto, constituye para la nueva literatura un reto que busca revaluar la teoría
del conocimiento y ajustar los escuetos límites entre la realidad y la
fantasía, entre la normalidad y la locura.
Carlos Ruiz Zafón, en su novela La Sombra del Viento, nos dice de la Lectura, que es: “…un
ritual íntimo…que un libro es un espejo y que solo podemos encontrar en él lo
que ya llevamos dentro…” (pág. 476). Quizás esta afirmación sea válida cuando
tengamos el libro de Callejas en nuestras manos
y como imperativo ético sintamos en carne propia la necesidad de dilucidar sobre el controvertido límite entre
la pornografía y la erótica.
Las Memorias
Amorosas de un Afligido, de Jesús I. Callejas, cubano radicado en la
Florida y ahora itinerante en España, ahondará la brecha entre el silencio o
la aceptación alborozada de su trabajo literario, pero más que eso, la
desnudez de su alma, avivará entre las fuerzas antagónicas que cohabitan
subterráneas en lo profundo de nosotros mismos, el deseo de ser mejores.
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